Quién puede enfrentarse
a esta marea que seca con su sal
hasta el último terrón acuoso
del bazo extenuado.
Quién se licúa en este incendio
que arrasa campos sembrados
de espantapájaros llenos
de cuervos negros.
Quién lanza entre las ramas
impenetrables los últimos
destellos blancos pidiendo ayuda:
eseoese, eseoese, eseoese.
Quién desfibrila este músculo
arrítmico que se para,
tac, se para, se para,
resiste, tac, tac.
Quién reanima el pecho
insuflando la última gota
de aire derramada
por el último resquicio
de tiempo que se acaba,
boquea, se acaba,
expira, se acaba.
Carne, sal,
músculo inmóvil, invierno.
Autodivisión extinguible.
Vuelta al mil nueve.