Al despertar una mañana de otoño, bajo un árbol rodeado de flores, hojas y ramas cubrían mi cuerpo y tú me esperabas en una mesita de picnic.
El viento y el sol eran uno, el calor y el cariño que me guardabas también
Con una tacita de té en tus labios me decías \"ven\"
Soy yo tomando el Té con el fantasma de tu recuerdo ¿por qué?
El cielo teñido de dorado y las nubes que lo hacían opaco
Era momento de hablar, hablar del recuerdo y hablar sobre mí.
¿y si lo borramos todo?
¿que debemos dar al otro para dejarlo ir en paz?
¿es necesario negociar?
Entre culpa y deber comenzamos hablar, era como mirar al espejo y siempre coincidir.
Tu recuerdo jamás se irá, tus palabras permanecen y tu presente siempre valdrá.
No hace falta negociar, no hay contrato ni obligación cuando se trata de solo sentir, porque son las acciones las que nacen de tí, o eso aprendí.
\"hasta que uno deje de sentir\" es mi respuesta.