CAPITULO 3
OTRA VIDA EMPIEZA
Estas últimas semanas fueron extrañas, los quehaceres y responsabilidades continúan a mi cargo, no obstante en mi corazón hay una sensación de rareza, faltaba esa persona que ponía mi vida al revés, ya no se lo oía gritar o protestar, tampoco había nadie llamando “pendeja” a Clara, ni le prohibían jugar. Ya no estaba aquel que se quejaba de los perros porque ladraban o debes en cuando rompían alguna cosa en modo de protesta, no, Mariano se había marchado, se fue y otra vida empieza. No se si para bien o para mal, pero por ahora todo está bajo control, mi cabeza sigue a mil así que no tengo tiempo para detenerme a pensar en él y en lo que estoy sintiendo en este preciso momento, Clara no ha notado su ausencia, hace vida normal y mas libre, yo intento organizarme y a acostumbrarme a salir sola con ella, a hacer los mandados; (porque siempre los ha hecho él), a cocinar… nunca me gusto la cocina, picar las verduras me irrita pero no tengo opción, Clara tiene que comer. La limpieza no era problema, desde que vivíamos juntos siempre fue mi sector, para lavar la ropa me iba a la quinta y aprovechaba para que mis padres compartan con la nena, también tuve que salir a buscar trabajo porque con lo que Mariano manda no alcanza, y tampoco me gusta estar dependiendo… quiero poder complacer a mi hija sin necesidad de pedir y dar explicaciones de lo qué hago con el dinero. Además, quería restaurar todo lo que no pude antes porque Mariano era un dejado y no me permitía hacer y deshacer en mi propia casa.
Al principio vivíamos de lo que él mandaba, compraba todo mercadería y guardaba algo de dinero por si se presentaba alguna urgencia, pasamos un tiempito prohibiéndonos gustos, gastando solo en lo esencial, hasta que me decidí y arme mi hoja de vida, me tarde porque me daba cosa dejar a Clari a cuidado de otra persona, sin embargo lo necesitábamos para estar mas cómodas, así que me arme de valor y salí en busca de un futuro digno para mi niña y para mis peluditos. Me recorrí la principal de Monte Grande, también La Prida en Lomas de Zamora, algo en Lanús y Avellaneda. La mayoría eran tiendas de ropa, algunos bares y dos o tres pet shop, me camine bastante en una semana y después me dedique a esperar mientras seguía haciendo limpieza en la casa, porque la mudanza de Mariano dejo mucho espacio y había que limpiar y ver en qué se iba a ocupar, era muy raro ver su ropero vacío, el patio completamente limpio, ese auto viejo que se encontraba estacionado adentro ya no estaba, la entrada a la casa liberada y brillando después de estar media mañana refregando el piso, paredes y ventanas. No quedaba nada suyo y estaba feliz por eso, por fin comenzaba a hacer una casa normal y linda, aunque, me apeno el precio que pague para conseguirlo…
Con Clara seguíamos saliendo a caminar cada tarde, tal vez entonces cuando hacíamos la misma ruta que se hacía con Mariano, solo tal vez arrancaba a sentir nostalgia, y me preguntaba qué será de su vida, el único trato que teníamos era el saludo cuando venía a visitar a la nena y dejaba la plata, no cruzábamos palabra, así que no tenía idea en qué andaba y el tampoco de mí. Creí que la separación cambiaría su actitud pero seguía siendo el mismo soberbio y eso me ponía de mal humor, era la causa por la cuál le abría la puerta para que pasara y lo dejaba con Clarita en la cocina y me venía para el cuarto, con la oreja parada atenta a que no le gritara o algo por el estilo, sin embargo era mejor padre que cuando vivía con nosotras, no tenía de qué preocuparme. Los oía jugar, reírse juntos, hacía todo lo que deseaba cuando aún éramos una familia y eso me entristecía y me alegraba por nuestra pequeña.
La separación era una lección a diario, porque era aprender a ser fuerte y continuar la vida, era contenerme para no llorar como un bebe cuando se marcho, y a posterior, era levantarme con la frente en alto todos los días, no podía descuidar mis asuntos, era mi obligación dejar mi duelo para cuando quedase algún hueco aislada, allá, porque Clara no me tenía que ver desecha, no, era importante que viera que su mamá era una guerrera. Y así también aprendí que depender de otra persona no es bueno, que confiar de mas y entregarlo todo solo es una forma de mostrar debilidad, y entonces una mañana desperté y ya no era la misma, tampoco alguien distinta, era una vieja Paula, la que siempre odie y quise olvidar, aún cuando ya me estaba pareciendo a ella, porque la separación me convirtió en el fantasma de mi pasado, y mis sentimientos eran tristes, fríos, engañosos y desconfiaba de todos, y una noche cuando Clarita dormía, me pregunte si el amor existe… o si es producto de la imaginación; estamos tan necesitados de afecto y compañía, que creemos a amar y en realidad solo es para estar satisfecho con uno mismo, con el cuerpo y la mente, para tener una excusa para vivir, hasta que te vas de este mundo. Y gracias a que alguien dijo que formar una familia es parte de la vida, terminamos llamando “amor” a una necesidad. Necesidad a no estar solo, al contacto físico, a tener planes con esa persona, a tomar decisiones difíciles que no puedes tomar tú sólo, las tomas con la ayuda de ese amor que dices debes en cuando amar, y sin embargo, cuando tienes un mal día llegas a tu hogar y te desquitas con tu pareja, que si no tiene ganas de a hacer el amor te ofendes y te das la vuelta dándole la espalda, que engañarías si se te presentara la oportunidad, eres egoísta y poco detallista, pero a pesar de todo, tú insiste con que es amor. Y si eso es amor, es un amor hipócrita, vacío y mentiroso. Todo eso pensaba mientras miraba el espacio que Mariano dejo, ese rincón sin ocupar, y me quede sin dormir, recordando cuando Clara estaba en la panza y él ponía una película cada noche para compartir mientras me abrazaba por detrás, cuando tenía antojos y enseguida me complacía, se levantaba de madrugada a comprar para que me durmiera tranquila, acariciaba la panza, y me decía que cada día estaba mas hermosa. Íbamos juntos al obstetra cada mes, a los estudios, cuidaba de mi dieta y me acompañaba comiendo lo mismo cuando el médico me diagnosticó “diabetes gestacional”. Incluso después de que naciera, quise bajar esos kilitos que me quedaron de mas, y prosiguió acompañándome con la dieta y el ejercicio, me parecía mentira que ese hombre ya no estuviese, que mi vida tomara otro rumbo lejos del amor tóxico que me tenía secuestrada en un rincón.
Una tarde jugando con Clara, me entro una llamada en mi móvil, era para una entrevista de trabajo en Monte grande, estaban urgidos por contratar personal eficaz y con ganas de trabajar, así que al otro día tenía cita para las ocho de la mañana, agradecí en silencio y fui a la habitación para preparar lo que usaría, busque lo mas fino que encontré o que se me viera bien; la primera impresión era importante. Y elegí un jeans con una blusa de encaje muy fina, para los pies lucí unas botas que me había comprado para el otoño…
A la mañana siguiente me levante a eso de las seis, lleve a Clara con Florencia, la acosté en su cama y me volví para ducharme, y arreglarme, y salí para la parada de colectivos que está a dos cuadras. Lo espere con dos personas mas que iban para el trabajo y otra que llevaba a la hija al colegio, por suerte, el 245 que pasa por la estación de Guillón, y de ahí va directo a la estación de Monte Grande no se demora mucho, así que con salir de casa media hora antes era suficiente, llegaba bien y con tiempo extra. En el camino fui preparando mi curriculum, e imaginando cómo será la entrevista en sí, baje del colectivo y camine hasta la tienda; era una tienda de ropa de dama y algo mas, buscaban vendedoras y cajera, y yo estaba capacitada para las dos, aunque me era mas atractivo el puesto de cajera, dedicarme a decir: - ¡buen día!, ¡muchas gracias! Encajaba mas con mi personalidad… así que me postule para ambos puestos.
Cuando entre, me presente y resalte que tenía una cita, me hicieron esperar diez minutos, que estaban entrevistando a otra chica, que después de ella sería mi turno, y salí a esperar afuera para no estorbar, y en lo que aguardaba rezaba para que todo salga bien, de verdad necesitaba el empleo. Estaba hambrienta de progreso, salir adelante de pie, fuerte, lista para comerme el mundo, para empezar otra vez, para dejar de ser cobarde y anular el dolor que arrastro desde niña, dejar las excusas y asumir nuevos cambios sin temor a lo que pueda ocurrir. Una vez en veintiséis años afrontar mi realidad, independiente, no quiero pensar mas, no quiero lamentarme por lo que no sirve, por aquellos que deciden irse, no, es hora de afrontar quién soy, y para dónde anhelo ir, es hora de cumplir mis sueños, dejar de fijarme en el qué dirán…
Escribo este texto con las últimas lágrimas que derramare por tristeza, levantando la vista para dónde esta Clara y prometerle una nueva vida, escribo para despedirme de esa pequeña que se escondía en el baño de una escuela para no ser agredida, escribo para despedir ese sufrimiento que me trajo a dónde estoy; sola, con mi hija, mis peludos, y un mundo nuevo. Escribo para decirle adiós una vez mas a ese amor tan cruel, demandante, que tendré que enterrarlo junto a todo lo que me genera deseos de estar en un sueño profundo, eterno.
Hoy hay un nuevo amanecer, un sol caliente, un cielo despejado con ese color que tanto amo, ese azul que grita libertad, que refleja y me dice que una nueva vida comienza.