Alberto Diago

¡LA SOLEDAD DEL POETA! (II)

Y todos se fueron a la guerra:

los amigos, los hermanos, compañeros;

nadie escuchó al poeta, 

nadie escuchó... ni sus ruegos

... ni sus versos.

Nadie creyó que con palabras,

y ofreciendo en las manos

amistad y amor sincero,

pudiesen aplacar en el adversario

su ambición de poder avasallante;

y que no es solo con armas

y con sangre,

lo que confirma en el guerrero

... su talante.

 

Todos se fueron a la guerra...

¡a luchar por su tierra en las trincheras!

Y el poeta se quedó solo y soñando...

que no es prudente que... ¡se pague

con vidas por la tierra!

Muchos lo señalaron de cobarde,

y por encerrarse en su soñar 

y en sus palabras;

pero él eligió la vida,

y la vida de su adversario

... a las banderas.

No quería ver sangre

del amigo o del enemigo

... en las veredas.

¡Y se quedó solo el poeta!

¡Jamás regresaron los guerreros

... de la guerra!

 

xE.C.