El tiempo es de los hombres gran maestro,
que enseña sus lecciones con paciencia;
teniendo su misión la transparencia
del sabio bonachón, gentil y diestro.
Lo mismo que un asceta con gran estro,
regala la virtud de su sapiencia;
¡el tiempo es adalid de la prudencia,
que cuida al corazón de lo siniestro!
Con luz acrisolada, y bien pulida,
alumbra del camino lo sinuoso;
portando del saber, aura encendida
que guía como faro luminoso;
logrando proteger a nuestra vida
del dardo traicionero y pernicioso.
Autor: Aníbal Rodríguez.