Las sencillas notas
en un piano lejano
me llega desde
donde habita lo invisible
y me devuelve el vago recuerdo
de lo que acaso fui;
del recuerdo que he construido de mí
y una insoportable nostalgia me embarga
como recordando
a un ser amado que se marcha
de manera lenta e inexorable.
No sé para qué
me visitan nítidos
los rostros
de los ausentes,
de los que deambulan
en el territorio de la amnesia.
¿quién los convoca
en el escenario
de mi insomnio?
¿para qué me buscan
los recuerdos que
creí olvidados?
¿son acaso,
igual que con Vallejo,
los “heraldos negros
que nos envía la muerte”?