Vos querías una mujer de cristal. Una mujer que se encogiera para gustarte. Yo quería muchas cosas, hasta mi autenticidad se quedó dormida. No veía más allá, ese fue el problema. Jugaste con mi complejidad e hiciste que pareciera una mujer boba y desdichada, que yo pensara que después de vos nadie... ¡Y que si me quedo sola! Y que si hay un millar de auroras y un inmaculable cielo esparcido mostrándome que tan infinita se puede ser cuando una se pertenece a sí misma, cuando una se siente capaz y pese a que cueste, porque como cuesta. Pero cuesta menos sin vos reprochandome las imperfecciones y, cuesta también un poco menos y me acomodo un poco más y funcionó mejor sin vos dictandome las planas. Ya no digo tus ideas, ahora escribo bajo mi propio puño y letra, mi criterio es mío y de nadie, y si esta mal es mi error y lo asumo, como he de asumir mis muchas otras fallas. En jaulas de oro igual se asfixian las aves desdichadas.