Tomo lentamente la avenida
-la más atestada-
prendo la radio
y el celular
para acallar las voces
que susurran actos fallidos.
Voy del Prozac al alcohol
y del alcohol
a la Quetiapina
para amortiguar las culpas,
para olvidar los interminables adioses
y ya no esperar
los sueños que quedaron truncados.
Tomo lentamente la avenida
-la más atestada -
para silenciar
la cacofonía del universo
que mide el breve lapso
de la autopista a la casa;
de la infancia luminosa
al silencio y al olvido
de lo eternamente perdido.