He soportado
una edad provecta
inyectable a fuerza de dedos
con corazón de carcasa bulímica
societario de los mil arrendados
donde se proyecta la emancipación
y se aniquilan los bordes longitudinales.
He aguantado
su yacimiento de opacas latitudes
donde los caballos arengan a sus jefes
y juegan a los naipes las alpacas del semental
obstruido.
Oh material del ruido, cómo arrancas
de mí el corazón del cuarzo, donde, insinuadamente,
destruiste la enajenación de un cuadro.
Me arengan tus pezuñas guardián del cuarto
sumergido en protestas de baño público y sofá cartaginense,
tus odios son las ridículas emanaciones de la nada, genialidad
de un ebrio en su pocilga-.
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