Comienza abriendo los ojos; el dormitorio casi a oscuras, una vela aún encendida en un costado de la cama, apoyada a una mesita de luz vieja pero que todavía conserva por su valor sentimental.
Despierta y se levanta un poco débil, apaga la vela y enciende la luz; junto al botón hay un espejo haciendo que al encenderse e iluminarse la habitación pueda verse en el. Con ojos de decepción, abatida y algo de resignación, aparece la culpa y la pena, acompañada de una lágrima, que al rato se vuelve una lluvia en un rostro dulce pero terriblemente afligido.
Cada mañana es lo mismo; sentimiento de soledad, odio y llanto. En el piso, abrazada a sus piernas, apoyando su cabeza en ellas, mirando a un costado mientras otra vez se humedece su rostro, creyendo que no tiene salida, que sus gritos de auxilios no se oyen o no importan. Hasta que comienza a experimentar una sensación de alivio en su pecho, entonces se levanta y se dirige a la ducha, pero sin quitar la mirada a la pared, el baño es un momento tormentoso, sentir y tocar su cuerpo gordo le duele, aunque seguramente sea el cuerpo mas pequeño y delgado. Al acabar de ducharse, entra nuevamente a la habitación, busca la ropa mas suelta que encuentra porque le genera seguridad de su peso, y comienza a vestirse con rapidez y con los ojos cerrados; hasta no estar completamente vestida no se acerca al espejo. Y aparece el hambre, pero ella engaña al estomago con te de manzanilla, después agarra el llavero y sale hasta la plazoleta a ejercitar durante dos horas o lo que el cuerpo le permita. Aún muere de hambre y se obliga a seguir quemando esas calorías que la hacen sentirse como un monstruo gordo, no entiende que esta mal, no escucha a los demás que le dicen lo flaca que se ve, sus huesos se notan preocupantemente, su energía por el piso, su autoestima destruido y sus ojos ciegos ante la realidad reflejada en el espejo, en la mirada de otros. Ella sufre con las críticas, y no sabe cómo pararlo, vuelve corriendo a casa y el hambre le gana la batalla, se dirige hacia la cocina y come sin parar hasta que de repente se oyen gritos, y llora, y se desespera, cosas vuelan hacia el piso y corre hacia el baño; piensa que meterse los dedos es la solución, que se sentirá mejor y así es, porque minutos después de salir del baño la calma y seguridad aparecen, recobra el sentido pero aún no se da cuenta de lo mal que está, a qué punto llevara su cuerpo, no lo sabe, esta al límite pero no le asusta, solo quiere escapar de la realidad que vive en su mente, porque la mente es tan engañosa que puede destruirte y no aguanta mas pero no quiere morir tampoco, quiere vivir bien con un cuerpo bonito que le genere seguridad y amor propio, con el ego tan alto que las malas vibras no puedan llegarle y mirarse al espejo, desnuda, enamorarse de lo que ve, gozar de su apariencia y ser feliz.