Recuerdo de mi infancia los plácidos momentos
de aquellas lindas tardes sentado en el jardín;
oyendo la guitarra que tañe el noble abuelo
tocando aquel su tango: \"A la luz del candil\"
Recuerdo de la tía sus regias margaritas,
sus lindas azaleas, las flores del clavel;
aquellas buganbilias que el alma sacudían
y mis primeros versos hicieron florecer.
Por eso a veces pienso, que todos mis poemas
nacieron de esos días de mágico arrebol;
que nacen perfumados de dulce y tierna esencia
que tiene el sentimiento preñado con amor.
Los sueños que navegan las nubes de mi mente
poseen esas alas del místico zorzal;
que busca en los rosales efluvios que enternecen
y dejan en el alma magnífico cantar.
Los vinos que me dieron mis náyades helénicas
saciaron de mi lira su sed de poesía;
surgiendo de mi numen inspiración suprema
con nota apasionada, sensual y cristalina.
En todas mis historias del alma van retazos
que tienen los arpegios de un sueño sin cumplir;
también se encuentra en ellas el beso apasionado
repleto de ambrosía, que me hizo muy feliz .
Lo mismo que las aves voló mi pensamiento
en busca de la copa que guarda la ilusión;
de ver brillar del hombre sus nobles sentimientos
sembrando en su conciencia las rosas del amor.
Por eso del futuro cobijo la esperanza,
de ver en sus repisas la estrella de piedad;
sabiendo que me encuentro por terminar mi marcha,
principios y valores abrigan mi final.
Autor: Aníbal Rodríguez.