Verse en tu reverso
de golpe y porrazo,
sin apegos
ni estatuas cicatrizantes,
donde los órganos suicidas
del alma
se guardan
de esta orilla,
nunca repuesta,
abejas de hiel
y polen de plomo
en el fuego desierto
del Hado,
donde el color de lo nombrado
palidece,
ante las averiguaciones del mal
y los pliegues de la usura,
donde envejece
esta dulce quema
de la voz,
encrucijada y presa
de su propia escritura.