Salomé la hija del emperador
quiso su triunfo saborear
aunque causara dolor
en el baile a revolear.
Para poder destacar
de un presunto agravio
la cabeza a degollar
del santo al rey le pidio.
Se cuenta muy sabio era
el humilde pescador
la envidia no tuvo espera
pero no pudo con el error.
Que más se puede pedir
cuando la soberbia campea
solo queda en resumir
que su dominación desea.