De Urdemales se cuenta
tantos cuentos que no acaban
debe ser porque no renta
esa gracia que le alaban.
Su prodigiosa inventiva
salió a recorrer escritos
Unos con mucha diatriba
otros con demasiados gritos.
Una Doña espabilada
saliendo desde un peñón
para tenerlo en su almohada
del pobre quiso un mechón.
Urdemales ya sabía
de la Doña la intención
una pregunta le hacía
de que parte desea su don.
Para ser franco decía
de cuatro ligeras parte
pelos donde aún tenía
su cuerpo que era un arte.
No siendo azul ni amarillos
de mi raza soy cautivo
donde proliferan los pillos
en los surcos los cultivo.
Doña si en mí quiere hurgar
trabajo mucho le costaría
es preferible arrancar
para salvar su santería.