¡Luz! viaja una lámpara detrás del hombre.
Incendio cuando las desgracias no faltaban.
Vuela en la oscuridad un resplandor; el nombre
arde en valentía, el fuego no lo esperaba.
Nadie lo postuló para un grado de grandeza,
anduvo como todos, cosido a su misión:
reside en entregar felicidad sin proeza:
radio, ventiladores o aire, y televisión.
O sea, el Ministro de Energía y Minas,
nada de decir gracias y el saco de ofensas.
Tras sus quemaduras sufridas en la bahía,
entendemos cuánto la corriente cuesta.