No conocemos sus rostros
a lo sumo
esas extrañas formas del barro
que pululan por las alturas.
Siempre se esconden en la niebla
y siglos después
acuden a calentarse bajo el sol.
El proceso también puede durar
un solo instante
cuando la raíz de ciertos árboles
pronuncia tu nombre.
Entonces los labios se abren
en el suelo
y mencionan un modo de la arcilla
un linaje
pero tú indiferente
sigues por el trecho del mundo
abriendo y cerrando bocas
en el camino.