Recuerdo colmados graneros, con la delicia de sus besos.
Cada uno deleite disímil, fantástico para mí.
Hoy, busco en los despojos, algunos inconclusos besos.
Repentinamente, mi paisaje carece de sol y cielo.
Y la famélica tierra, me quiere devorar.
Como pude despilfarrar, de su gran belleza.
Dejé que el tiempo, devorara, en su vientre sin fondo,
Inconmensurable perfección…
Ningún retratista plasmo, tal exquisitez.
Ni mi nimia mente, puede replicarla, semejante.
¿Quién puede abrazar un recuerdo?
Por más suyo, que haya sido.
¿Cuántas lagrimas necesitaré, para recuperarla?
Si ya me llegan, hasta la cerviz.
Quisiera gritar, hasta el otro extremo de la tierra.
Preguntarle a alguna estrella, celosa de su fulgor.
O a una flor, que fantasee, ser tan bella como ella.
¿Qué me diga dónde está? porque muero por verla.