Escabullida entre sus prendas atípicas,
Un sol con extraños movimientos cautivó mi atención,
Las hojas de aparente inocencia cubrieron su piel,
Un rostro exageradamente hermoso sin caer en la vulgaridad de los tentadores leggins,
Sin ser mariposa me complació con sus alas de colores exóticos...
Entre el silencio y mi corazón suspirante dije: ¡Quién pudiera!
Quién pudiera tener entre sus brazos a la luna por la noche,
Y sin quemarse acariciar al sol en armoniosos movimientos de algodón.
Ella.
Un sueño.