Raiza N. Jiménez E.

El Garufa.-

Siendo yo una señorita de delicado trato.

Aprendido de mi madre y de la Escuela.

Me ha tocado por desgracia, un ingrato;

que, al verme rica, ha sacado las espuelas.

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Cómo iba yo a saber que habría un pugilato,

entre mí ilustrada madre y mi sabia abuela.

Ambas, matronas de lucha y de gran olfato,

me han dicho que debo andar con cautela.

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Me planté con firmeza ante esos dos robles.

Pero, muy poco duró mi porfía, ante mamá.

Un día y sin avisar, llegó el garufa, por plata.

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Y allí mismo, se lanzó una propuesta innoble.

“Vente conmigo a mi pago que, nadie lo sabrá”.

Supe que el sagaz desea plata y queso la rata.