Quedaste bajo mi piel
Incendiandome desde adentro
Desgarrando mis entrañas
Controlando mis latidos
y mi respiracion
Trasbordando por mis ojos
sin nunca abrazarme.
Llamas a mi espanto
maturidad,
cuando solo se trata
de un corazon petrificado
acorazado
harto de los latigazos
Pero jamás muerto,
ese cactus
seguirá floreciendo
riendo,
llorando
y quizás, amando.