Las puertas cerradas al alma
No manifiestan asombro, solo un sonrojo apela
La inquietud que sobrecoge al ímpetu postrado,
¡No! No te permito acecharme como una ramera
Sobre las callejuelas solitarias pidiéndome perdón
Ni mucho menos que de hinojos me pidas amor.
¡No! No eres digna merecedora de mi querer,
Y si mi cara no hay visible consternación
Mi alma llora abatía tu infame traición.
¡No! No suelo dar tributo para ser escuchada
Pero tampoco te doy mi veredicto,
Es más fácil conservar la mesura
Aunque después lloren mis ojos desconsuelos.
Pueden ser fugaces los dolores,
Puede ocurrir que sin pensarlo
Las cosas no sean tan amargas
Y al final pueda perdonarte
Sin que el resentimiento me sea estorbo…
¡No!...no creas que sea fácil de convencer
Ni te martirices pensado qué pueda pasar,
Ya lo sabes, me conoces como la palma de tu mano,
Lo sé, siempre he sido total y transparente
Pero no, no doy segundas oportunidades
Y dejar las cosas tan fácilmente como pretendes.
Recoge tus miserias,
Recoge tus promesas,
Tus te amos, las noches frías anhelantes de calor,
Pero no te olvides si al irte con la prisa
Dejas repletas las maletas con tus recuerdos,
Llévate todo, que no quede nada,
Desaloja uno a uno cada rincón
De mi corazón, intenta como hábil ladrón
Dejarme sin nada de valor sentimental
Que pueda delatar mi sufrimiento, quizás
Algo ocasional, nada trascendental
Me traiga al azar algún recuerdo,
Pero no… no pienses que pueda perdonarte…
Pero tampoco dejare entrever alguna seña
Que manifieste que me sigues importando...