Vacío y sin molestias
consternado y vacío
repetido y enésimo
reitero la dispensa
transformo en dios
la congratulada forma
el espacio ineficaz y volátil
el eje diurno: miro:
mas observo demasiada
hostilidad, cuerpos enteros
como brisa de campo y surcos,
restituirse a su sagrado bosque
entre tinieblas apagado.
Rememoro los días silentes
las metálicas selvas el aceite
nocturno de las agrimensoras
cabinas desvencijadas; son alas
de un retorno, que al aire
retroceden y escampan
su copa de pino, doblada.
Sobre mi propio cuerpo
se ahuyentan desde ahora
los vencejos y el oro, la mitad
del cielo, el recuperado desdén.
II-.
Sin duda se ausentarán
causa desconocida en el llanto
las hojas del vacío en su reiterado
instante de copas disecadas.
Sin embargo, disculpas aceptadas,
me lloran desde abajo, las convulsivas
miradas centrales, los esquifes latinos,
su súbita orientación de relente.
Conmueven en mí las hojas del cieno
los pájaros adornados, las festivas deidades,
los fugaces ornamentos del alba.
Me trituran, si es que todavía lo hacen
sus dientes de sierra y angostura, sus
petates llenos de estiércol y rocío.
III-.
Creo en la sustancia interior la que atraviesa miradas enteras y suceden el cerco del abominado pesticida donde quedan las treguas y los depósitos de gasolina vacíos; sus sueños de repentino órgano auditivo, las distancias destruidas por el aliento de las fieras, donde duermen bajo palio los abejarucos, las infectadas alas polvorientas, esparcidas entre túneles de llanto hermético. Oh dios venidero! En tu propia sustancia sin el verdor de las sombras y los sótanos deducidos!
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