Vuelvo a palpar a la distancia
el dulce aroma de tu pelo,
como si a mi lado aún estuvieras.
¡Tan lejanos nuestros cuerpos,
tan cercanas nuestras almas!
Escapas de la franca tibieza de mis ojos
porque sabes que no te pertenecen.
Crugen y se quejan
los hermanos Espacio y Tiempo,
sus voces nos alcanzan
con su carga de pasado.
Las horas son eternas
como rectas infinitas,
esas invisibles líneas
que vinculan cada punto
para volverlo parte de un todo.
El firmamento
no sabe.
El firmamento
no entiende,
El firmamento
no quiere
este pletórico dispendio
de un lazo perfecto que nada sujeta,
y que yace aquí,
inerte,
en el suelo frente a mí.