Que seria de la pregunta inconcluza de la duda que nos fumamos a media luz del echo trunco que acaricio una realidad por aquel callejon donde el predicador me ofrecio un buen vino y callo mi voz y apago la luz,
el aire me soplo tanto que mi andar se detuvo y la palides de la luna me desvio del camino de piedra y transformo en arenas de andares de piez sangrados y estrofas estropiadas,
por tintas manchadas de dolor y maldiciones que ahogas se fustiga en pausas de amor y melancolia que te regalan mi vida sueño de amor y piel divina donde mi ser se ahoga al deseo de tenerte cerca de mi, y verte imponente, y elevarte una mirada.
a donde las agujas apuntan asia ese señor que nos menciona a donde ir y que camino seguir cuando la mente y mi trinidad estropiada calla y solo el silencio me cobija y de nuevo me forma esa interrogante