Llegará la mañana donde se junten la alegría
y el dolor.
La enviudada herida bajará
oralmente a recordar
y será la voz huyendo en el silencio
una sotana con su hambre de correr
lejos de un rostro duro y frío;
La mañana será, entonces, un monte lleno de niebla,
una grada descendente
donde se acuesta el hombre,
sin saberlo,
aclimatado al espacio de donde no debió salir.
¿Quiénes serán los que lleguen al hogar,
entonces,
quienes serán los que pregunten por Felipe el solo
o José el loco?
Después que arrecie la noche huérfana
y las crecidas sombras me recuerden,
bajo el techo muerto hilarán mucho
las arañas de mis penas.
La casa cerrará sus puertas y será
la última tumba donde he de estar
con la misma abstracción
de mis incógnitas
que hoy mismo nacen para siempre.