Pedro Purroy

ESCAPAR

 

ESCAPAR

 

Recurrir a un sollozo de cristal

mientras la voz del perfume modifica tu deseo más ausente,

inmoviliza el fuego,

que gime por la figura que esculpió tu mirada

en el eco absorto de un febril arrepentimiento.

Fueron estelas sumisas de silencio

grabadas inocentemente una a una

sobre los trémulos instantes

que faltaron a tu cita con tu propio renacer.

No comprendías

que la huella geométrica de un corazón invertido, pudiera servir

para reclamar la voz infrecuente de las estatuas de agua.

No comprendías

que los ojos ciegos de la añoranza,

se hubieran clavado tan fijamente

sobre los indignados sueños que, una y otra vez,

arrancaban de las apariencias su penúltimo engaño.

No cabía ni una oración más, ni siquiera una súplica más

en el vacío al que renuncian las hojas, cuando inconscientes

declaman sus poemas de rocío y piedra a los hados más insistentes.

Escuché el canto indistinguible de los girasoles

que en mi denuedo, y bajo una lluvia extremadamente dulce,

mecían en sus labios mis recuerdos, totalmente despreocupados

Eso sí, hacían olvidar la extrema seriedad

que en su semblante acostumbra a mostrar la tierra,

el ahogamiento sin par del agua

el insoportable repudio de la evolución

el incendio incontrolado en el alma trastocada del fuego

y la inmensa desconfianza,

vertida en el oasis más árido de la infrecuencia y de la pasividad

Me convencí de que ese era el momento justo de escapar,

sin decir nada, y solo

como lo había hecho siempre.