Dorada alfombra
sobre viejas veredas,
tiende el otoño
S.E.M
La infiel.
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Sedienta esta mi piel, de aquella piel
que roza la mía, con vehemencia.
No se niega, mi sangre y mi conciencia
a entregarse al placer, de ser infiel.
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De un hombre en exclusiva, ser la miel
no admite mi sentir, como sentencia.
Si a nadie, yo le debo reverencia
a nadie excepto a mí, debo ser fiel.
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Mi cuerpo, deseado y bendecido
por quienes, a su piel, han recorrido
acepta del deseo, sus delicias.
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Que juzguen, los que quieran, sin piedad
la vida, de placer y libertad
que me ha llenado el alma de caricias.
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