A tus brazos corrí, sin medir consecuencias
no me importó tu historia, ¡solo pensé en amarte!
Tenerme fue tu gloria, fue mi placer besarte,
y mi cuerpo te di, con todas sus esencias.
Te contemplé a mi lado sin tener divergencias,
te besé en el silencio, y pude acariciarte.
Y mientras evidencio las ganas de tocarte...
dormido has pronunciado su nombre sin ausencias.
Mi corazón vibró, lo percibí sangrante,
pero quedé callada sin reclamos hirientes,
aunque el dolor llegó, de manera punzante.
En plena madrugada, con deseos fervientes
la verdad reveló mi posición de amante.
Mas, yo seguí atrapada por tus besos ardientes...
No hay labios imprudentes,
Solo un amor en penas, que ocultas en tu pecho
que fluye por tus venas, ¡qué te deja deshecho...!