A los bomberos desaparecidos
en Matanzas
Nadie podrá indicar dónde acabaron,
pero todos conocemos su justa verdad,
sus antorchas por dentro se apagaron,
afuera su resplandor araña la oscuridad.
Cenizas: todo lo que fueron y amaron,
vuela en el viento rumbo a la eternidad,
ese puerto donde tantos ya encallaron,
sin una nave fija ni una voz: «descansad».
Carecen de un lugar donde permanecer,
rondan, fantasmas anhelosos de su ser,
con un llanto abrazado a los aguaceros.
Pero a cambio del estar, ganaron el ir,
nos siguen de cerca y enseñan a vivir,
siento que me abrazan: no se fueron.