A veces
me arrepiento de no arrepentirme…
y observo despacio la caricia
que toca levemente una sonrisa,
y el temor que desaparezcas
y el rumor cálido de mis verbos
entre las brumas de tus nostalgias
amplias, abiertas como libros
de vida derramando lágrimas,
derramando sonrisas
intermitentes, derramado
mares de mieles
como lubricando las ruedas
de la vida...
giran en tu cerebro miles
de contradicciones, pero…,
entregar el alma es tu deseo,
en el ordenado día de café penetrante
en su aroma especial, y en lo profundo
del desorden de las noches
de sábanas revueltas.