¡La luna no quiso verlos;
les dio vuelta la cara!
Y a mil alondras en vuelo
se les quebraron las alas.
De todas épocas, libros
degollaron sus páginas,
y a la orden de las descargas
se suicidaban las palabras.
El Guadalquivir se hizo tinta
desbordando la orilla helada.
Germinó tallos de su herida,
y de los tallos, rosas blancas.
A lo lejos, lloraron coplas
en las guitarras gitanas.
¡Y con las cuerdas cortadas
igual cantaban y lloraban!
Lloraban y cantaban
Su poeta sobre la fragua:
¡Mataron a Granada!
¡Mataron a España!
¡Mataron a Federico!
¡Míseros mercenarios,
asesinos de la palabra!
Claudio M. López ®️