Por el ventanal abierto al jardín
entra la luz, lo que dura la tarde.
Lo que quiero atrapar es el sol
con mi corazón y simiente seca
si no vacío mi rincón de sal.
He dejado en la puerta mis zapatos
que por ser míos llevan mis trayectos,
mis entuertos y mis penas.
Los aparto de mi vista para no aceptar
que estarán solos lo que resta del día
y por la noche.
La soledad es la que me hace cada día ,
a cada hora, a cada minuto,
a cada segundo recordar tu nombre.
Y el mes de julio que no es tu nombre,
Y ahora es agosto.
Por qué avenida se fueron los sueños,
qué tigre agazapado se llevó tu risa
y tus bromas
y los sobrenombres, y la mirada simple
y tus quejas, y tu dolor y tu llanto...
Siempre recuerdo tus ojos y tu llanto.
Tu solitario gemido por las noches
cuando dormido, las lágrimas salían
como piedras de tus ojos,
como cristales caían en tus mejllas
y mojabas la almohada
y te preguntabas por qué...
Y cuándo hizo mal,
y por qué avenida se fueron sus sueños...
Le preguntabas a los ángeles
o a los demonios
por qué se ensañaron con tu vida...
Lo que queda del día me trae mil maneras
de recordarte.
Y el mate con galletitas , y tus salidas para estar
con los buenos vecinos en esas charlas únicas
y el beso de las siete ;
como un marcador del tiempo
para que no interrumpiera más
porque te abocabas a tus lecturas.
Y la ducha mojada y tu ropa desparramada,
y la noche de nuevo con todos sus fantasmas.
No me gusta la noche.
No me quiero dormir.
Y surgen las preguntas
y por qué avenida se fueron nuestros sueños.
Bebo agua mientras la luna se asoma al ventanal,
legiones de besos perdidos,
pero no se pierde mi lágrima
ni reza por la ausencia, ni ruega por el olvido.
Busco en la noche nuestros sueños
para recoger los besos,
en cualquier mirada escondida
que has dejado sin querer , entre tus cosas.-