Marc P.

Puente

Reconozco entre mis dedos una armonía
ligada a los rizos que te dibujo con el sol,
sonrío ante las dudas de Arkansas o los objetos.
Te queda horriblemente bien toda la música que te regalo.

 

El pistacho no se casa con nadie 
ni se vende por una falsa fresa de nombre impronunciable, 
tiene sus valores y no confunde al consumidor
en un intento desesperado de ser quien NO era.

 

Acabar cada noche al borde de un puente
varía según el contexto y la estabilidad de la temperatura
que uno se encarga de desajustar agarrando sin sutileza tus manos doloridas.
Estoy dispuesto a cualquier salto temporal hacia adelante.

(el orden de los versos no altera el producto)