Era en su andar peregrina,
como el Alba al despertar.
Miré sus ojos en la matina,
como se mira al bello Mar.
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Brillaba en aguas cristalinas
y se acercaba feliz a saludar,
chiquita como las Meninas,
No se la descubría al caminar.
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Embriagado de dulzura la miré,
Y alzando la voz le prometí:
Martina, yo un poema te haré.
*-*
Ella con rubor dijo: y yo lo leeré.
Esa promesa ya yo se la cumplí
y para entregarlo, allí volveré.
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