Dejó de ser la hora
de contener el llanto
de verse sosegado
y de fingir así,
no pueden los amores
sentirse acorralados,
mirando hacia otro lado,
sufrir,
sufrir,
¡sufrir!.
Si debemos decirlo,
¡digámoslo! y
¡basta!
que se termine pronto
y que se acabe al fin;
no es hora de esconderse
es hora de gritarlo:
¡Te quiero!
¡tu me amas!
¡dejémonos vivir!