Joseponce1978

La luna y Paul

Paul quiso estrenar su bicicleta

subiendo en ella a la luna.

no es que la bici volara, que también;

me refiero a que la luna accedió

gustosa a montarse en el manillar

de la bicicleta de Paul para planchar

con él los baches de un rancho

más polvoriento que ancho.

A paul le traía sin cuidado

que la luna le tapara la vista

porque llevándola delante,

cualquier dirección llevaría al sol.

Al pasar por debajo de un manzano

ella alzó juguetona la mano

para alzarse con el fruto prohibido

y el camino de la perdición estaba servido.

La luna se apeó en el pajar

y Paul se propuso impresionarla

haciendo el pino sobre el sillín.

Nadie dijo que fuera sencillo

impresionar a la luna,

pero Paul no estaba por la labor

de dejar escapar su atención

y de tanto tentar al equilibrio,

exhibiendo riñones de acero,

de un golpe hizo astillas tres maderos.

Asustada, la luna quiso saber

si se encontraba bien, pero el amor

es el mejor anestésico

para el dolor de riñones

y no se precisan actores de doblaje.

Hacerle ojitos al buey fue una temeridad.