Ya no te amo los sábados,
ni tampoco los domingos.
Espero los días de lluvia
bajo la luz del camino.
Espero las flores de mayo
en un agosto perdido
y canto a las nubes de enero,
que velan el azul del olvido.
Ya no te amo los lunes
y cada día es lo mismo.
Las sábanas están frías
y el lecho no huele a lirios.