Llega el momento
en que hasta las uñas envejecen,
y uno, quisiera estar a solas
con sus vejeces. Implementar
el desánimo como forma de vida,
escoriar las virutas de la crema meliflua
donde habita. Y ser señalado como
viejo verde, anestesista en el paro,
columpio sin sustancia ni óxido.
Resultado de una ecuación celeste.
Llega un momento en que la vejez
no asusta, sino que se espera
con ánimo suficiente-.
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