Guardián De Ángeles

Juramentos de amor

Los músculos exaltados de tu boca moldean los pliegues de su contorno, codificando un llamado a mis impulsos para poseerlos en húmedos contactos por el regocijo de la brisa desde las horas primeras de nuestra albura. Amada mía, mi ímpetu estimulado se recrea en las constelaciones tácitas de tu iris, son pitonisas en el cosmos de tus ojos y auguran la dicha de nuestros labios mientras estos marcan con improntas indelebles juramentos de amor sobre sus relieves escarlatas, juramentos de fidelidad emitidos desde nuestros arrobados pensamientos que se han entrelazado. Tu cuerpo de lirismo sublime se orla con tu piel candente libre de sábanas, mostrándome la finura de tu desnudez con la que me cubro de eternos madrigales en el instante que mi lengua forja agrupaciones de expresiones pasionales sobre tus senos, expresiones con las que le canto al erguimiento escultural de excitaciones sobre tus garbos pezones. Bríndale el confort de tu vientre, hermosa mía, a las intensas llamas en las palmas de mis manos que buscan incendiar el celaje entre la espesura de tus vellos erizados, los que en prodigiosa sincronización conducen mi efervescencia hacia la calidez de tu entrepierna. Átame con la largueza de tus piernas atrayendo hacia tu centro mi pujanza onírica para unificar nuestras propulsiones y remontarnos -siendo uno- hacia un estado más allá de esta estación temporal en la que perdemos nuestros sentidos en un acto primoroso, probando, con nuestros cuerpos fundidos y nuestras almas fusionadas, la excelsitud de la gloria, nuestra gloria.