Ben-.

La promesa-.

La gente se conforma con poco

hienden su cuchillo los gobernantes

con éxito sobre macilentos trozos de carne y

en camiones reticentes, se bombardea

la promesa de un equinoccio feliz.

El crepúsculo ha abaratado sus precios

los funcionarios del desgaste asistido

hieden como siempre a sudor y a estrategia

mientras bajo el agua va gestándose

la enésima entrega del paraíso entre volcanes

y yo asciendo las escaleras de dos en dos.

Mil gracias del renacimiento,

pasean su palmito por los acantilados baleares,

un cúmulo de sorpresas que atañen a la vida

y que funcionan bajo sentencia de muerte.

Lo que irriga de estupefacción la mente

es esa sensación de carne, de amontonada carne

sin remedio, desolada. Me alegra estar lejos-.

 

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