Hoy he dormido nuevamente en tus brazos madre,
recordando que alguna vez también fui un niño
que me cobijaba en dulces sueños escuchando tu voz,
y me levantaba cada mañana, atendiendo a tu llamado,
a veces dulce, a veces grave, según como viniera el día.
Hoy, madre, que me vuelvo a encontrar en tu mirada,
he caído en la cuenta que a tu lado todo el mal desaparece
y yo puedo limpiar de mi frente las huellas del tiempo,
para volver a ser el que alguna vez fui, y no se ha ido.