En procesión iba el nuncio
el día de San Andrés.
-¡Muerte al clero! le gritaban
dos macarras que a su vez
portaban bates de beisbol,
y el nuncio se echó a correr.
En callejón sin salida
el nuncio se fue a meter.
-Perdona, Dios, mis pecados,
en minutos moriré.
Pero un milagro del Santo
allí llegó a acontecer:
Los macarras se quedaron
paralizados al ver
un letrero que colgaba
a un lado de la pared.
\"PROHIBIDO PEGAR ANUNCIOS\"
rezaba en aquel cartel.
Kapirutxo 23-08-2022