Es un lugar soñado, claro.
Es la esquina de un pasaje con una calle ciega. Así la calle es como privada.
Y más encima frente a la calle hay un prado público que aparece como parte de la casa.
Y más encima tiene el terreno suave pendiente en ese sector a media falda de cerro, no se inunda jamás.
Y más encima tiene vista al mar. Seiscientos metros de terreno, trescientos sesenta metros construidos y hasta tiene un túnel que se introduce en el cerro y que comunica la casa con los garajes.
Y más encima un diseño precioso. El arquitecto, la luz, los planos, los permisos, las excavaciones, el fierro, las losas, las terminaciones. La construí peso a peso, clavo a clavo. Cinco baños, no sé cuántas habitaciones todas al sol. Tengo proyectada la piscina, la cascada de agua que bajará por el cerro...
Y su hermoso color crema de helado de vainilla.
En el frontis, ante la gran puerta de pino oregón, hay una brújula gigante que nos orienta y los símbolos de dos religiones se encuentran fundidos en el acceso.
(El Cura de mi parroquia me lo advirtió para salvarme: necesitas dispensa en conformidad al Derecho Canónico. Y luego me espetó cuando la obtuve: preferiría que te fueras a casar a otra parte, no resultan los matrimonios de diferente fe)
Los legales no vemos el fruto de nuestro esfuerzo en la materia, como el pintor, el ingeniero, el constructor. Es muy especial para nosotros el construir algo. Así, aunque no te disfrute...
Yo estoy feliz de haberte construido, hermosa casa color crema de helado de vainilla…
¿Y ahora qué haré?
Bueno, ya estoy buscando un terreno. Tengo la idea y construiré una magnífica casa, una magnífica casa color de helado de crema de lima limón…
Cuando la tenga, fijo que mis amigos (as) me irán a ver…
Dante Lucrecio
Junio 2003