Si lo que queda es un resto
de lo que aquel día fuimos
mejor será no angustiarnos,
no sufrir, es el destino.
Y si aún así
ganas te quedan
de bailar aunque sin tino,
bailemos, no más, bailemos,
que a nadie importa un comino.
Hablemos sin la paciencia,
descarados, atrevidos.
Ya nadie nos tendrá en cuenta,
nuestro ocaso está vendido.
La vida se va a su aire,
no descubre su camino
ni deja pistas que muestren
cómo andar sin ser herido.
Ni da tampoco palmadas,
ni te acompañará con brío.
Y te asignará la puerta,
de un picaporte partido.