Cuando niño la soñaba
y mi sueño parecía un cuento de hadas.
Me sentaba bajo el sol a imaginarla
esperando su presencia tan ansiada.
Una luna silenciosa me era fiel
con el secreto que guardaba.
Hoy recuerdo la emoción de aquellos años.
Esos días de ilusiones perturbadas,
de esas noches de desvelo…
de las horas que fui fiel a ese amor infantil
que para mí me fue negado.
La perdí sin haberla pretendido…
por temor a su belleza luminosa.
La perdí simplemente
por temor a su rechazo.
Yo la amaba tiernamente
como quieren los amores inocentes,
con el fuego en la mirada,
con el alma entre las manos,
con sudores y con nervios.
Yo la amaba dulcemente,
la adoraba como a nada.
Se hizo parte de mi ser inquebrantable…
y fui presa indefensa a sus antojos.
Me hice esclavo de sus ojos.
La guardaba en lo profundo de mis ganas.
Más la vida no espero a que me anime,
impaciente y muy de prisa
sin espacio me dejó con mi silencio,
sin razones…sin motivos…
término con mi esperanza.
Hoy después de tanto tiempo
es mejor que no se entere.
No sabrá que la he querido
de esta forma apasionada.
Ahora es tarde…
es mejor que yo la guarde en el baúl de mis tristezas…
atormentado al cruel dilema…
de saber si usted me amaba…
como yo lo hice un día… cuando niño.