Y bajo chispas de lluvia
su hoguera se ahogaba.
Inmensas pequeñeces
a la frondosa anémona
humearon de pena.
Otra miel solicitada
agotó el leal sustento.
Sin perder la tibia fragancia
apagó su cáliz.
No caería más
ni una gota de fe,
ni daría su luz
a la noche perdida.
Yamel Murillo
Verano al fin y al cabo©
D.R. 2017