Antillana, divina hembra Antillana,
enhebrada en un hilo de cordel,
a mí vuelas con brío de corcel,
del trópico ya no eres la villana.
En tardío crepúsculo de grana,
te presento en mis labios un clavel,
do me unges con tus pechos de laurel,
y tornas en canción mi vida vana.
Eres mujer nativa de mi puerto,
de ojos tan dulces como agua de coco,
irrigas con pasión este triste huerto.
En mi locura tu cordura aboco,
si mis musas me vieron como muerto,
la verdad es que tú me tienes loco.