Si yo puedo hablar varios idiomas humanos e incluso idiomas de ángeles, pero no tengo amor, soy como un metal que resuena o una campanilla que repica.
2 Yo puedo tener el don de profetizar y conocer todos los secretos de Dios. También puedo tener todo el conocimiento y tener una fe que mueva montañas. Pero si no tengo amor, no soy nada.
3 Puedo entregar todo lo que tengo para ayudar a los demás, hasta ofrecer mi cuerpo para que lo quemen. Pero si no tengo amor, eso no me sirve de nada.
4 El amor es paciente y bondadoso.
El amor no es envidioso.
No es presumido ni orgulloso.
5 El amor no es descortés ni egoísta.
No se enoja fácilmente.
El amor no lleva cuenta de las ofensas.
6 No se alegra de la injusticia, sino de la verdad.
7 El amor acepta todo con paciencia.
Siempre confía.
Nunca pierde la esperanza.
Todo lo soporta.
8 El amor no tiene fin. Algún día, el don de profetizar cesará. El don de hablar en lenguas se acabará. El de conocimiento se terminará. 9 Ahora sólo en parte conocemos y profetizamos, 10 pero cuando venga lo perfecto, todo lo que es en parte se acabará.
11 Cuando era niño hablaba como niño, pensaba como niño y razonaba como niño. Pero ya de adulto, dejé de comportarme como niño. 12 Sucede lo mismo con nosotros. Ahora vemos todo como el reflejo tenue de un espejo oscuro, pero cuando llegue lo perfecto, nos veremos con Dios cara a cara. Ahora mi conocimiento es parcial, pero luego mi conocimiento será completo. Conoceré a Dios tal como él me conoce a mí.
13 Ahora permanecen estas tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero el más grande de todos es el amor.