Arrinconado me encuentro,
vertiendo llanto de niño,
y pensando en el cariño
de mamita, me concentro;
frustraciones llevo dentro
siendo yo de tres añitos,
y bien sé que hago brinquitos
porque inquieto siempre soy,
porque hiperactivo estoy,
como todos los chiquitos.
Haciendo mis travesuras
caigo y lloro, mamá advierte
y me grita, ¡ay de mi suerte!,
me niega así sus dulzuras;
hago pequeñas locuras,
tal vez feas o bonitas,
luego ensucio mis ropitas,
mamita me da regaños,
y no asimilo los daños,
-- ¡yo te pegaré si gritas!
No sé qué es lo que a mamá
le sucede, no comprendo,
¡ay, ay! pero estoy sintiendo
que me duele, ¿lo sabrá?;
un día comprenderá,
que usa hacia mí la violencia,
actuando con imprudencia,
que educar no es castigar,
lo que así debo llorar
es injusto en mi inocencia.
Sé que mami sí me quiere,
porque soy su pequeño hijo,
ser como soy no lo elijo,
pero el mal trato vil me hiere;
seguir impulsos prefiere,
descarga hacia mí, arrebatos,
corajes de malos ratos,
frustraciones contenidas,
y forja en mí las heridas,
como arañazos de gatos.
Bien sé que nadie nació
sabiendo ser madre, ya
que en ver y aprender está
ese don que Dios nos dio;
mas el poder entregó
de crear o de destruir,
de vivir o de morir,
las heridas del presente
me harán en un ser sufriente
y solo al sobrevivir.