Nada, nada, nada!
Ni el cuerpo en su ambición
oscura,
ni ese lamento que circula
andenes abandonados.
Todo fluye, nada queda.
Son dos lumbres las que se aprecian
en mi pecho, antes tan lleno
de un pulular de gentes y estancias.
Y ahora, sin embargo, nada.
Dos rotas cadenas, antes ignoradas.
Capiteles sombríos que rescata el crepúsculo.
Nada, nada, nada, todo fluye
y todo devasta, la acción, lleva a la muerte,
instantánea!
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